sábado, 10 de noviembre de 2012

Llegada a Leiden: 28 de agosto

En primer lugar, perdón por la tardanza en mi siguiente entrada del blog. Desde que he llegado a Leiden ha sido todo muy intenso, apenas he tenido tiempo para hacer el vago y cuando he tenido la ocasión lo que menos me apetecía era ponerme a escribir sobre lo que hago cuando no estoy vagueando :P

A pesar de llevar dos meses y medio aquí, comenzaré por el principio.

28 DE AGOSTO

El 28 cogí un vuelo a media mañana. Bilbao-Amsterdam Schiphol. Una vez en Amsterdam cogí un tren en el mismo aeropuerto que me trajo a Leiden, estación Central. El trayecto es de aproximadamente 20 minutos.

En Leiden seguí los pasos que se me habían indicado previamente. Primero fui al Leiden's visitor centre. Ahí me dieron un pack de bienvenida y me registré. Después fui a la calle Rapenbourg donde se encuentra la oficina de alojamiento. Firmé el contrato y me dieron las llaves de la habitación que iba a ser mi hogar durante, al menos, seis meses.

A todo esto, hacía bastante calor, iba cargando con una maleta grande de 32 kg, otra pequeña de 10 kg, el maletín del portátil de unos 7 kg en total (había que aprovechar para meter libros además del ordenador), un bolso y un mapa con el camino marcado. Lo del mapa puede parecer completamente innecesario pero, creedme, la primera vez que pisas Leiden (y la segunda y tercera...) con tanto puente y canal es muy fácil desorientarse.

Finalmente llegué a Hooigracht, la calle donde se encuentra mi residencia. Entré por Kloosterpoort, subí al segundo piso, recorrí el pasillo... y finalmente llegué a mi habitación.

Bueno, a ver qué tal estaba el sitio en el que iba a vivir... por el momento la residencia me había causado muy buena impresión. Todo era muy nuevo y estaba bien conservado, pero el hecho de tener la cama en el techo del baño (como había visto en imágenes de la residencia) me echaba un poco para atrás...

Puse el chip en la cerradura, giré dos veces la tuerca, abrí la puerta y... lo primero que vi: una cama en el suelo!!!

Parecerá una tontería, pero no sabéis que alegría al ver que mi cama no iba a estar encima de la cabina del baño, que era una cama normal en el suelo. Recuerdo a la perfección la emoción al ver por primera vez mi cuarto. Me encantó.

Después de la emoción comencé a deshacer las maletas, fui a hacer la compra y limpié el cuarto.

Cuando terminé me fui a la cama. El día siguiente iba a ser intenso.

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